domingo, 19 de mayo de 2013

Hoy cumplimos 1 año de Trasplante


Madrid 18-05-13. (01:44)


Hay momentos en la vida que marcan un antes y un después. Ciertamente este fue uno de ellos para mi, para Javier mi esposo y para Santiago. Tanto tiempo temiendo aquella noche… pensando cualquier cosa mala… incluso hasta temiendo que no llegara. Y como todo: llego y paso.

Hace 1 año a esta misma hora estaba con Santi en una habitación del Hospital La Paz de Madrid contándole cuentos para dormir mientras las enfermeras entraban a la habitación a ponerle un enema tras otro como preparación para el trasplante. Entre el ayuno absoluto y los enemas teníamos Santiago y yo para pasar una mala noche (jaja, me río . Pero como siempre –afortunadamente- nos las ingeniamos para pasárnosla bien.
Esa noche, después de agotar todos los cuentos que había llevado al hospital -y viendo que Santi quería otro cuento mas- me vino una inspiración divina como digo yo: los ángeles, Dios, Eiwa, el universo… yo no se como llamarlo pero de alguna parte me vino la idea de contarle a Santi un cuento sobre lo que pasaría al amanecer cuando el fuera al quirófano para que le hicieran el trasplante.
Entonces le conté que el seria protagonista del cuento mas maravilloso que nunca antes le hubiera contado. Le dije que tenia que dormirse y descansar porque cuando se despertara yo lo iba a acompañar a un lugar mágico llamado quirófano; conocido como un lugar mágico porque cuando alguien entra en el ocurren cosas mágicas, espectaculares y maravillosas. En mis palabras creo que le dije que en el quirófano ocurren las cosas más maravillosas del mundo.
Le dije que allí lo recibirían los cirujanos, que eran unos señores con batas encargados de hacer que la magia ocurriera. También le dije que le darían una poción mágica para dormir y que cuando la magia estuviera hecha yo le despertaría con un beso de amor; así como en el cuento de Blanca Nieves y de la Bella Durmiente que tanto le gustan.
Pues fue con este cuento que Santiago consiguió finalmente dormirse a las 4 de la mañana del día del trasplante. Yo también cerré mis ojos. Completamente entregada al momento. Disfrutando cada respiración, cada caricia que le hacia a mi niño, cada mirada, el calor de su cuerpo, sus cabellos rizados, en fin… cada pensamiento y sensación que venia a mi.
Al despertar todo sucedió con muchísima rapidez. Estábamos viviendo el cuento que le había contado a Santiago y lo estábamos viviendo tal y como se lo conté. Llegaron a buscarle los camilleros y yo con ilusión le dije:
“!nos vamos al lugar mágico que te dije hijo!, ¡ya nos llevan a ese lugar!”.
 Santiago miro a sus abuelos y se colgó del cuello de mi papa. Yo les anime a los dos:
“!venga!, ¡vamos que nos están esperando para la magia!, ¡ya va a suceder!”
 Y continuamos el viaje al quirófano con emoción.
“Oh señora! Que bien ha preparado a su hijo para esto”, me dijeron las enfermeras que nos acompañaban. Y yo les decía que no podía ser de otra forma, que yo solo podía estar feliz por lo que estaba a punto de ocurrir.
Llegamos al quirófano; dijimos adiós a los abuelos con emoción y recordándoles que nos volveríamos a ver cuando Santiago se despertara con su beso de amor. Le entregue a mi hijo al anestesiólogo encargado de atenderlo y le dije a Santi que ese señor era el que le iba a dar la poción mágica para dormir. Le dije que yo lo esperaría fuera porque solo el podía entrar en el lugar mágico. Le recordé una y mil veces que lo amaba, que era un campeón, que estaba infinitamente orgullosa de el y todos lo estaríamos acompañando esperando a que se despertara. El se quedo ilusionado y sobre todo tranquilo. Yo salí del quirófano convencida de que todo estaría bien. No lo dude ni un segundo. La verdad me había paseado ya en mi mente hasta por el peor escenario y tras entender que todos tenemos igual derecho a nacer que a morir,  y que mi amor por mi hijo era absolutamente irrebatable, ni siquiera esa posibilidad perturbaba mi paz y mi alegría.
Quiero agradecer a todos, todos los que nos han acompañado en esta aventura que es la vida. A todos los que con su amor y buenos deseos nos han llenado el alma y el corazón. A todos gracias. Con el permiso de todos los lectores doy testimonio de que esta ha sido la parte más jodidamente  maravillosa de mi vida.
Por aquí les dejo una sonrisa de Santiago Javier a sus 4 anos y medio de vida y a un ano de su nueva vida. Como el mismo dice: ¡nació de la barriga de su mama y de la de su papa también!, ¡que afortunado es!. Amen.